La herencia viva de los clásicos
Mary Beard
Editorial Crítica, Barcelona 2013.

Mary Beard es una reconocida estudiosa del mundo clásico, catedrática en la universidad de Cambridge y editora de The Times Literary Supplement. Es autora, además, de algunas obras de referencia en su especialidad, así como guionista de algunos documentales divulgativos sobre la Grecia clásica y la antigua Roma. Argumentos suficientes para corroborar las excelentes críticas que reúne en torno a su ensayo La herencia viva de los clásicos, que también han venido acompañadas por una muy destacable acogida por parte de los lectores.
Así las cosas, La herencia viva... se presenta a primera vista como un viaje interesante y ameno, de la mano de una destacada investigadora, a lugares, personajes y situaciones del citado periodo histórico. Y ciertamente lo es. Beard no solo demuestra tener un conocimiento enciclopédico (en el mejor sentido) de la época clásica, sino que es capaz de analizar los textos antiguos y las interpretaciones de los académicos contemporáneos con una lucidez y una originalidad cautivadora para el lector no especialista.
Pero si el libro está sólidamente armado por la innegable capacidad de su autora, y además está bien escrito, con un lenguaje claro y sencillo, que cautiva por su fina ironía o sus toques de humor, ¿cuál podría ser la deficiencia a la que hago referencia en el título de esta reseña? El problema, tal y como yo lo veo, es que el material reunido corresponde a reseñas de libros, con lo cual la autora ya está limitando el radio de su trabajo (al contenido del libro en cuestión) y la extensión del mismo (por razones lógicas, pues su destino es una revista literaria).
Sin desmerecer la gran cantidad de información que aporta, los argumentos en cada capítulo se ciñen básicamente a las obras comentadas, y por tanto al acierto o dislate de sus autores, y cuyo resultado es que se acaba echando en falta una argumentación sólida de la autora no sobre cómo y por qué un investigador escribió lo que escribió, sino su interpretación. Este tipo de artículos no son el lugar para ello, para lucimiento del crítico. Pero además tampoco cuenta con ese espacio, que como he dicho es demasiado sintético para el lector que esperaría una mayor profundidad en los temas (que de hecho ya vienen) elegidos.
En todo caso para quienes no buscan un libro de historia, o un ensayo sobre la historiografía del mundo clásico, el libro de Beard es lo suficientemente atractivo y placentero como para contribuir con unas buenas horas de entrega a la lectura, y capaz de motivar al lector hacia otras obras más completas sobre el amplio abanico de temas propuestos en las páginas del libro.