A mediados de los años 30 del pasado siglo las estrechas calles de Saint-Germain-des-Prés, con un buen número de editoriales, librerías, galerías de arte y terrazas de café, comenzaron a destacar como centro de reunión para las nuevas generaciones de artistas, frente al no muy distante barrio de Montparnasse. Fue en 1935 cuando comenzó su auge. Picasso desplazó su corte de Montparnasse a lo que le pareció la calma provinciana de Saint-Germain-des-Prés, y André Breton y su banda de surrealistas comenzaron a frecuentar el café Les Deux Magots, frente a la iglesia románica de la plaza.