Algunos metros más lejos de Les Deux Magots y la iglesia de Saint-Germain-des-Prés se encuentra el Café de Flore, del que tomó posesión una nueva generación de escritores y poetas a partir de 1935. Ya en ese año el poeta Léon-Paul Fargue consideró ambos establecimientos "tan célebres hoy como las instituciones del Estado": el primero de ellos con sus escritores célebres y sus ricas americanas y el Café de Flore con sus tradiciones políticas y literarias. Un escultor alemán, Arno Breker, recordó estos dos cafés como "oasis de silencio", en los que "el escritor asiduo hallaba las condiciones exigidas para la concentración".
Las actuales condiciones distan mucho de ser aquellas, ni desde luego son los establecimientos que "supieron anclar en el barrio el corazón vagabundo de los desarraigados del mundo entero", en palabras de Breker. Ahora los únicos que se anclan a las cotizadas mesas de sus terrazas, son los turistas snob que no se cuestionan pagar 17 euros por una infusión.